Paulo Coelho

Stories & Reflections

Edición nº 130: Mi tipo inolvidable

Author: Paulo Coelho

Conmemoramos cuatro años del Guerrero de la Luz Online, actualmente con casi 100.000 suscriptores. Agradezco el apoyo constante y celebramos este número con una persona que marcó mucho nuestra vida. Sugiero que cada uno busque, en el fondo de su infancia, aquel personaje que lo ayudó a forjar la espada del guerrero de la luz.

Mi tipo inolvidable

Cuando yo era niño acostumbraba leer una revista a la que mis padres estaban suscriptos; tení­a una sección llamada “Mi tipo inolvidable” – donde personas comunes hablaban de otras personas comunes que habí­an tenido influencia en sus vidas. Claro que a aquella altura, con nueve o diez años, yo también habí­a creado mi personaje marcante. Por otro lado, tení­a seguridad de que en el decorrer de mis años este modelo irí­a a mudar, por lo tanto resolví­ no escribir a la tal revista sometiendo mi opinión (me quedo imaginando hoy, como ellos habrí­an recibido la colaboración de una persona con mi edad en esa época).

Los tiempos pasaron. Conocí­ mucha gente interesante que me ayudó en momentos difí­ciles, que me inspiró, que me mostró caminos que eran necesarios andar. Mientras tanto, los grandes mitos de la infancia, los más poderosos; pasan por perí­odos de desvalorización, de polémicas, de olvido – pero permanecen, surgiendo en las ocasiones necesarias con sus valores, sus ejemplos, sus actitudes.

Mi tipo inolvidable llamábase José, el hermano menor de mi abuelo. Nunca se casó, fue ingeniero durante mucho años y cuando se jubiló, resolvió vivir en Araruama, ciudad vecina de Rí­o de Janeiro. Era allí­ que toda la familia iba a pasar las vacaciones con sus niños; tí­o José era soltero, no debí­a tener mucha paciencia para aquella invasión, pero era este el único momento en que podí­a dividir un poco de su propia soledad con los sobrinos-nietos. Era también inventor y para acomodarnos, resolvió construir una casa donde los cuartos solamente aparecí­an en el verano! Se apretaba un botón y del techo bajaban las paredes, de los muros salí­an las camas y los tocadores… y listo; cuatro dormitorios para acomodar a los recién llegados. Cuando terminaba el carnaval, las paredes subí­an, los muebles volví­an a entrar en los muros y la casa volví­a a ser un gran galpón vací­o, donde acostumbraba guardar el material de su taller.

Construí­a coches. No apenas eso, sino que hizo un vehí­culo especial para llevar a la familia a la Laguna de Araruama – una mezcla de jeep con tren sobre neumáticos. íbamos al mar, conviví­amos con la naturaleza, jugábamos todo el dí­a y siempre me preguntaba: “Porqué él vive aquí­ solo? Tiene dinero, podrí­a vivir en Rí­o!”. Contaba historia sobre los Estados Unidos, donde trabajaba en minas de carbón y se aventuraba en lugares nunca antes visitados. La familia acostumbraba decir: ” Es todo mentira” Viví­a vestido de mecánico, y los parientes comentaban: “Deberí­a tener ropas mejores”. Cuando la televisión entró en Brasil, compró un aparato que colocaba en la vereda, de modo que la calle entera pudiese ver los programas.

Me enseñó a amar lo que elegimos com el corazón.

Me mostró la importancia de hacer lo que uno desea, independiente de lo que los otros comenten. Me acogió cuando, adolescente rebelde, tuve problemas com mis padres. Um dia él me dijo:

– Inventé el hidraúlico (cambio automático de cambio de marchas en un auto). Fuí­ a Detroit, entré en contacto con la General Motors, me ofrecieron 10.000 dólares en la hora o 1 dólar por auto vendido con este nuevo sistema. Tomé los diez mil dólares y viví­ los años más fantásticos de mi vida.

La familia decí­a: tí­o José vive inventando cosas, no le crean. Y, aún teniendo una gran admiración por sus aventuras, por su estilo de vida, por su generosidad, no creí­ en esta historia. Conté esto para el periodista Fernando Morais, apenas porque tí­o José era y es mi tipo inolvidable.

Fernando resolvió conferir, y esto es lo que encontró (el texto está editado pues es parte de un gran artí­culo):

“El primer cambio automático fue inventado por los hermanos Sturtevant de Boston en 1904. El sistema no funcionaba a contento porque los pesos frecuentemente se alejaban mucho. Pero fue la invención de los brasileños Fernando Iehly de Lemos e José Braz Araripe, vendida í  GM en 1932, que contribuyó para el desenvolvimiento del sistema hidráulico lanzado pela GM en 1939.”

Con millones de coches hidráulicos siendo producidos todos los años, la familia – que nunca acreditara en nada, y encontraba que tí­o José se vestí­a mal – hubiera quedado con una fortuna incalculable. Que bueno que él gastó sus diez mil dólares en años felices!

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