Stories & Reflections
Érase una vez un pájaro, adornado con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. En fin un animal hecho para volar libre e independientemente, para alegrar a quien lo observase.
Un día una mujer, lo vio y se enamoro de él; se quedo mirando su vuelo con la boca abierta, de admiración con el corazón latiendo más de prisa con los ojos brillantes de emoción.
Lo invito a volar con ella y los dos volaron por el cielo en completa armonía,
Ella adoraba admiraba al pájaro.
Pero entonces pensó “talvez quiera conocer alguna montaña distante”. Y la mujer tubo miedo, miedo de no sentir nunca mas eso con otro pájaro.
Y sintió envidia, envidia de capacidad de volar del pájaro, y se sintió sola y pensó “voy a poner una trampa, la próxima vez que el pájaro venga, no volverá a marcharse”….
El pájaro que también estaba enamorado, volvió al día siguiente y fue encerrado en la jaula.
Todo los días ella lo miraba, y allí estaba el objeto de su pasión y se lo mostraba a sus amigas que comentaban…”eres una persona que tiene todo”.
Sin embargo empezó a producirse una extraña transformación: como tenia al pájaro no tenia que conquistarlo, fue perdiendo el interés.
El pájaro sin poder volar, se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo, y ella ya no le prestaba atención, ecepto para alimentarlo y limpiar su jaula.
Un buen día el pájaro murió. Ella se puso muy triste y no dejaba de pensar en el. Pero no lo recordaba la jaula, sino que recordaba el primer día que lo había visto volar contento entre las nubes.
Sin profundizarse en si misma, descubriría que aquello que la emocionaba del pájaro era su libertad, no su cuerpo físico.
Sin el su vida también perdió sentido, y la muerte vino a llamar a su puerta
Porque has venido? – le pregunto ella a la muerte.
“Para que puedas volar de nuevo junto a el” – respondió la muerte- “si lo hubieses dejado partir y regresar al día siguiente, lo amarías y lo admirarías aun mas, si embargo ahora necesitas de mi para estar junto a el…”
del diario de Maria, la prostituta en ONCE MINUTOS