Stories & Reflections
Caín y Abel se detuvieron a la orilla del inmenso lago. Jamás habían visto nada semejante.
“Allí dentro hay alguien”, dijo Abel, contemplando el agua, sin saber que veía su propio reflejo.
Caín comprobó lo mismo, y levantó su bastón. La imagen hizo lo mismo. Caín se quedó esperando el golpe, su imagen también.
Abel contemplaba la superficie del agua. Sonrió, y la imagen sonrió. Dio una buena carcajada, y vio que el otro lo imitaba.
Cuando salieron de allí, Caín pensaba:
“¡Qué agresivos son los seres que viven en aquel lugar!”
Y Abel reflexionaba:
“Quiero volver allí, porque encontré a alguien de rostro agradable y con buen humor”.