Stories & Reflections
EM PORTUGUES AQUI: O pulha
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Se trata de la persona que más intenta destacar mientras somos adolescentes, cuando luchamos para cimentar nuestras identidades, nuestros sueños, nuestro lugar en el mundo. Entonces, nos asaltan las dudas sobre lo que debe hacerse, y de repente, ahí está el canalla: él es siempre el líder, el que se cree más atractivo, más inteligente, más capaz de enfrentar los desafíos del futuro.
En el caso de los chicos, normalmente se impone por su fuerza bruta o por comportarse como un “listillo”, como si supiese más que el resto del mundo.
En el caso de las chicas, es siempre la que parece atraer las miradas de todos los hombres, ser invitada a todas las fiestas, y estar siempre más elegante.
Todos nosotros, durante este importante rito de pasaje que es la adolescencia, pusimos a prueba nuestros valores fundamentales… a excepción del canalla. Mientras sufríamos el desprecio, la inseguridad, o la fragilidad, él se mantenía al margen.
Cierto día, una vez adultos, se nos ocurre reencontrar a nuestros amigos de juventud en un restaurante, adonde todos acuden con sus mujeres o maridos. El canalla aparece, normalmente también casado(a).
A todos nos interesa saber cómo le ha ido en la vida: ¿Adónde llegó ése a quien envidiábamos y admirábamos secretamente?
La primera sorpresa es que el canalla no llegó a ninguna parte. Mejor dicho, pudo dar un paso, o dos, con cierto éxito, pero inmediatamente la vida fue implacable con su arrogancia: el mundo de los adultos es bastante diferente de aquél en el que vivimos nuestra juventud.
Al principio de la cena, parece que volvemos al pasado, pero muy pronto comprendemos que él fue apenas un instrumento para que pudiéramos crecer. Después de algunos tragos de alcohol, vemos al canalla replegado, intentando probar una fuerza que ya no existe, pensando que aún creemos que sigue siendo el líder de todos nosotros.
Nosotros sonreímos, confraternizamos con todos, pagamos la cuenta, y salimos con la impresión de que el canalla tomó el camino equivocado.
Pensamos: “Esta persona lo tenía todo para que le fuera bien en la vida, pero no lo consiguió”.
Todos nosotros hemos tenido un canalla en nuestras vidas. Menos mal.