Stories & Reflections
Cuando tenía once años, Anita fue a quejarse a su madre:
-No consigo hacer amigas. Como soy muy celosa, al final todas me dejan sola.
La madre estaba cuidando a unos pollitos recién nacidos. Anita cogió uno, que inmediatamente comenzó a luchar para libertarse.
Cuanto más lo apretaba la niña en su mano, más se debatía el pollito.
La madre comentó:
-¿Por qué no pruebas a sostenerlo con suavidad?
Anita obedeció. Abrió las manos, y el pollito paró de debatirse. Empezó a acariciarlo muy suavemente, y el animalillo se arrellanó entre sus dedos.
-Los seres humanos también son así -dijo la madre. -Si lo que quieres es atraparlos sea como sea, se te escapan. Pero si eres dulce con ellos, se quedarán siempre junto a ti.
El primer síntoma de que estamos matando nuestros sueños es la falta de tiempo. Las personas más ocupadas que he conocido en la vida siempre tenían tiempo para todo. Las que nada hacían estaban siempre cansadas, no conseguían realizar el poco trabajo que tenían y se quejaban constantemente de que el día era demasiado corto. En realidad, tenían miedo de enfrentarse con el Buen Combate.
El segundo síntoma de la muerte de nuestros sueños son nuestras certezas. Porque no queremos ver la vida como una gran aventura para ser vivida. Comenzamos a creernos sabios, justos y correctos en lo poco que le pedimos a la vida. Miramos más allá de las murallas de nuestra cotidianidad y oímos el ruido de las lanzas que se quiebran, el olor del sudor y de la pólvora, las grandes caídas y las miradas sedientas de conquista de los guerreros. Pero nunca sentimos la alegría, la inmensa alegría presente en el corazón de quien está luchando, porque para ellos no importan ni la victoria ni la derrota, importa sólo participar del Buen Combate.
Finalmente, el tercer síntoma de la muerte de nuestros sueños es la paz. La vida se convierte en una tarde de domingo y ya no nos pide grandes cosas, ni exige más de lo que queremos dar. Entonces creemos que somos maduros, dejamos de lado las fantasías de la infancia y alcanzamos nuestra realización personal y profesional. Nos sorprende cuando alguien de nuestra edad dice que aún quiere esto o aquello de la vida. Pero en realidad, en lo más profundo de nuestro corazón, sabemos que lo que sucede es que renunciamos a luchar por nuestros sueños, a librar el Buen Combate.
Cuando renunciamos a nuestros sueños y encontramos la paz, tenemos un pequeño periodo de tranquilidad. Pero los sueños muertos comienzan a pudrirse dentro de nosotros e infectan todo el ambiente en que vivimos.
Comenzamos a ser crueles con los que nos rodean y, finalmente, dirigimos esa crueldad contra nosotros. Surgen las enfermedades y las psicosis. Lo que queríamos evitar en el combate “”la decepción y la derrota”” se convierte en el único legado de nuestra cobardía. Y un bello día, los sueños muertos y podridos vuelven el aire difícil de respirar y comenzamos a desear la muerte, la muerte que nos libera de nuestras certezas, de nuestras ocupaciones y de aquella terrible paz de las tardes de domingo.
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Petrus fue mi guía en el Camino de Santiago, experiencia que conté en el libro “El Peregrino de Compostela” (1987)
“O segundo sintoma da morte de nossos sonhos são nossas certezas. Porque não queremos aceitar a vida como uma grande aventura a ser vivida, passamos a nos julgar sábios, justos e corretos no pouco que pedimos da existência. Olhamos para além das muralhas do nosso dia-dia, ouvimos o ruído de lanças que se quebram, o cheiro de suor e de pólvora, as grandes quedas e os olhares sedentos de conquista dos guerreiros. Mas nunca percebemos a alegria, a imensa Alegria que está no coraí§í£o de quem está lutando, porque para estes não importa nem a vitória nem a derrota, importa apenas combater o Bom Combate.
“Finalmente, o terceiro sintoma da morte de nossos sonhos é a Paz. A vida passa a ser uma tarde de Domingo, sem nos pedir grandes coisas, e sem exigir mais do que queremos dar. Achamos que estamos maduros, deixamos de lado as fantasias da infância.
” Quando renunciamos aos nossos sonhos e encontramos a paz, temos um pequeno período de tranqüilidade. Mas os sonhos mortos começam a apodrecer dentro de nós, e infestar todo o ambiente em que vivemos.
“Começamos a nos tornar cruéis com aqueles que nos cercam, e finalmente passamos a dirigir esta crueldade contra nós mesmos. Surgem as doenças e as psicoses. O que queríamos evitar no combate – a decepção e a derrota – passam a ser o único legado de nossa covardia. E um belo dia, os sonhos mortos e apodrecidos tornam o ar difícil de respirar e passamos a desejar a morte, que nos livra de nossas certezas, de nossas ocupações, e daquela terrível paz das tardes de domingo.”
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Petrus foi o meu guia no Caminho de Santiago. Trecho do livro “O Diario de um Mago” (1987)
Dios, Señor Mío, no tengo idea de adónde voy,
no veo el camino delante de mí.
No puedo saber con certeza dónde terminará.
Tampoco me conozco realmente,
y el hecho de pensar que estoy siguiendo tu voluntad no significa que en realidad lo esté haciendo.
Pero creo que el deseo de agradarte, de hecho te agrada.
Y espero tener ese deseo en todo lo que hago.
Espero nunca hacer algo apartado de ese deseo.
Y sé que si hago esto me llevarás por el camino correcto,
aunque yo no sepa nada al respecto.
No tendré temor porque estás siempre conmigo,
nunca dejarás que enfrente solo mis peligros.
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en Pensamientos en Soledad por Thomas Merton
trad: Karem Molina Escobar
Senhor meu Deus, eu não tenho idéia para onde estou indo,
não vejo o caminho adiante
E não tenho certeza onde irá me levar
Tampouco conheçoo a mim mesmo
E o fato de achar que estou cumprindo sua vontade
não me garante que estou fazendo o que devo
Mas acredito que meu desejo de agrada-lo lhe deixa contente.
Espero que este desejo esteja presente em tudo que faça
E que eu sempre consiga mante-lo em meu coração.
Se eu continuar assim, voce me guiará pelo caminho certo
apesar das minhas dúvidas
E eu nada temerei, pois Você sempre estará comigo
e nunca irá me deixar enfrentar os perigos sozinho
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em in Thoughts in Solitude de Thomas Merton
Cierto mercader envió a su hijo a aprender el Secreto de la Felicidad con el más sabio de todos los hombres. El muchacho anduvo durante cuarenta días por el desierto, hasta llegar a un bello castillo, en lo alto de una montaña. Allí vivía el sabio que el muchacho buscaba.
No obstante, en lugar de encontrar a un hombre santo, nuestro héroe entró en una sala en la que se deparó con una enorme actividad: mercaderes que entraban y salían, personas conversando por los rincones, una pequeña orquesta tocando suaves melodías, y una mesa muy bien servida con los más deliciosos platos de aquella región del mundo.
El Sabio conversaba con todos, y el muchacho tuvo que esperar durante dos horas hasta que pudo ser atendido.
Con mucha paciencia, el Sabio escuchó atentamente el motivo de la visita del chico, pero le dijo que en ese momento no tenía tiempo para explicarle el Secreto de la Felicidad.
Le sugirió que diese un paseo por su palacio, y regresase al cabo de dos horas.
-De todas maneras, voy a pedirte un favor -añadió, entregándole al muchacho una cucharita de té en la que dejó caer dos gotas de aceite-. Mientras estés caminando, lleva contigo esta cuchara sin derramar el aceite.
El joven empezó a subir y a bajar las escalinatas del palacio sin apartar la mirada de las gotitas de aceite. Dos horas más tarde, regresó ante la presencia del Sabio.
-Entonces – preguntó el sabio- ¿ya has visto los tapices de Persia que están en mi comedor, y el jardín que al Maestro de los Jardineros le llevó diez años concluir? ¿Y te has fijado en los hermosos pergaminos de mi biblioteca?
El muchacho, avergonzado, confesó que no había visto nada de eso. Su única preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el Sabio le había confiado.
-En ese caso vuelve y conoce las maravillas de mi mundo -dijo el Sabio-. No puedes confiar en alguien hasta que no conoces su casa.
Ya más tranquilo, el joven muchacho tomó una vez más la cucharilla y volvió a pasear por el palacio, pero esta vez fijándose en todas las obras de arte que colgaban del techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas de alrededor, la delicadeza de las flores, el refinamiento con que cada obra de arte había sido colocada en su lugar. Por fin, una vez más ante la presencia del Sabio, le contó pormenorizadamente todo lo que había visto.
-Pero, ¿dónde están las dos gotas de aceite que te confié?- preguntó el Sabio.
Mirando a la cuchara, el joven se dio cuenta de que las había derramado.
-Pues este es el único consejo que puedo darte – dijo el más Sabio de los Sabios-. El secreto de la felicidad está en saber mirar todas las maravillas del mundo, sin olvidarse nunca de las dos gotas de aceite de la cucharilla.
en El Alquimista
Certo mercador enviou seu filho para aprender o Segredo da Felicidade com o mais sábio de todos os homens. O rapaz andou durante quarenta dias pelo deserto, até chegar a um belo castelo, no alto de uma montanha. Lá vivia o Sábio que o rapaz buscava.
Ao invés de encontrar um homem santo, porém, o nosso herói entrou numa sala e viu uma atividade imensa; mercadores entravam e saíam, pessoas conversavam pelos cantos, uma pequena orquestra tocava melodias suaves, e havia uma farta mesa com os mais deliciosos pratos daquela regií£o do mundo.
O Sábio conversava com todos, e o rapaz teve que esperar duas horas até chegar sua vez de ser atendido.
Com muita paciíªncia, escutou atentamente o motivo da visita do rapaz, mas disse-lhe que naquele momento ní£o tinha tempo de explicar-lhe o Segredo da Felicidade.
Sugeriu que o rapaz desse um passeio por seu palácio, e voltasse daqui a duas horas.
– Entretanto, quero lhe pedir um favor – completou, entregando ao rapaz uma colher de chá, onde pingou duas gotas de óleo. – Enquanto vocíª estiver caminhando, carregue esta colher sem deixar que o óleo seja derramado.
O rapaz comeí§ou a subir e descer as escadarias do palácio, mantendo sempre os olhos fixos na colher. Ao final de duas horas, retornou í presení§a do Sábio.
– Entí£o – perguntou o Sábio – vocíª viu as tapeí§arias da Pérsia que estí£o na minha sala de jantar? Viu o jardim que o Mestre dos Jardineiros demorou dez anos para criar? Reparou nos belos pergaminhos de minha biblioteca?
O rapaz, envergonhado, confessou que ní£o havia visto nada. Sua única preocupaí§í£o era ní£o derramar as gotas de óleo que o Sábio lhe havia confiado.
– Pois entí£o volte e conheí§a as maravilhas do meu mundo – disse o Sábio. – Vocíª ní£o pode confiar num homem se ní£o conhece sua casa.
Já mais tranqüilo, o rapaz pegou a colher e voltou a passear pelo palácio, desta vez reparando em todas as obras de arte que pendiam do teto e das paredes. Viu os jardins, as montanhas ao redor, a delicadeza das flores, o requinte com que cada obra de arte estava colocada em seu lugar. De volta í presení§a do Sábio, relatou pormenorizadamente tudo que havia visto.
– Mas onde estí£o as duas gotas de óleo que lhe confiei? – perguntou o Sábio.
Olhando para a colher, o rapaz percebeu que as havia derramado.
– Pois este é o único conselho que eu tenho para lhe dar – disse o mais Sábio dos Sábios. – O segredo da felicidade está em olhar todas as maravilhas do mundo, e nunca se esquecer das duas gotas de óleo na colher.
do livro O ALQUIMISTA
Cuando sea una mujer mayor, vestiré de morado,
con un sombrero rojo que ni vaya a juego ni me quede bien
y gastaré mi pensión en brandy y guantes de verano
y sandalias de raso, y diré que no me llega para mantequilla.
Me sentaré en la acera cuando esté cansada
y engulliré muestras en las tiendas y apretaré los botones de alarma.
Y pasaré mi bastón por las barandillas
y compensaré la sobriedad de mi juventud.
Saldré a la calle en zapatillas cuando llueva
y recogeré flores de los jardines de otros.
Y aprenderé a escupir.
Puedes llevar camisetas horribles y ponerte gorda,
y comer tres libras de salchichas de golpe.
O sólo pan y pepinillos durante toda la semana.
Y almacenar bolígrafos y lápices y posavasos y cosas en cajas.
Pero ahora tenemos que tener ropa que nos mantenga secas,
y pagar la renta y no maldecir en la calle.
Y ser un buen ejemplo para los niños.
Debemos tener amigos a cenar y leer los periódicos.
Pero ¿tal vez debería practicar ahora un poco?
Así la gente que me conoce no se extrañará ni se sorprenderá
cuando de repente sea mayor y comience a vestir de morado.
Quando envelhecer vou usar púrpura com
chapéu vermelho, que ní£o combina
nem fica bem em mim.
Vou gastar a pensí£o em uísque e luvas de verí£o
e sandálias de cetim – e dizer que ní£o temos
dinheiro para a manteiga.
Vou sentar na calí§ada quando me cansar e devorar
as ofertas do supermercado, tocar as campainhas
e passar a bengala nas grades das praí§as
e compensar toda a sobriedade da
minha juventude.
Vou andar na chuva de chinelos, apanhar flores
no jardim dos outros e aprender a cuspir.
Vou usar camisas berrantes e engordar,
comer um quilo de salsichas de uma vez
ou só pí£o com picles a semana inteira
e juntar canetas e lápis e bolachas de cerveja e coisas em caixinhas.
Mas agora temos que usar roupas que nos deixem secos, pagar aluguel,
ní£o dizer palavrí£o na rua e ser bom exemplo
para as crianí§as.
Temos de ler o jornal
e convidar amigos para jantar.
Mas quem sabe eu devia comeí§ar já?
Assim os outros ní£o ví£o ficar chocados demais
quando de repente eu ficar velha
e comeí§ar a usar vestido púrpura.
Solo entendemos del todo el milagro de la vida cuando dejamos que suceda lo inesperado.
Todos los días Dios nos da, junto con el sol, un momento en el que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices.
Todos los días tratamos de fingir que no percibimos ese momento, que ese momento no existe, que hoy es igual que ayer y será igual que mañana.
Pero quien presta atención a su día, descubre el instante mágico. Puede estar escondido en la hora en que metemos la llave en la puerta por la mañana, en el instante de silencio después del almuerzo, en las mil y una cosas que nos parecen iguales.
Ese momento existe: un momento en el que toda la fuerza de las estrellas pasa a través de nosotros y nos permite hacer milagros.
La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista.
El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, nos hace ir en busca de nuestros sueños.
Vamos a sufrir, vamos a tener momentos difíciles, vamos a afrontar muchas desilusiones…. pero todo es pasajero y no deja marcas. Y en el futuro podemos mirar hacia atrás con orgullo y fe.
Pobre del que tiene miedo de correr riesgos. Porque ese quizá no se decepcione nunca, ni tenga desilusiones, ni sufra como los que persiguen un sueño.
Pero al mirar hacia atrás oirá que el corazón le dice:
“¿ Qué hiciste con los milagros que Dios sembró en tus días?
¿ Qué hiciste con los talentos que tu maestro te confió?
Los enterraste en el fondo de una cueva, porqué tenías miedo de perderlos.
Entonces, ésta es tu herencia: la certeza de que has desperdiciado tu vida ”
Pobre de quien escucha estas palabras!!.
Porque entonces creerá en milagros, pero los instantes mágicos de su vida ya habrán pasado.
Pilar es la protagonista de “A ORILLAS DEL RIO PIEDRA ME SENTÉ Y LLORÉ”
É preciso correr riscos. Só entendemos direito o milagre da vida quando deixamos que o inesperado aconteí§a.
Todos os dias Deus nos dá – junto com o sol – um momento em que é possível mudar tudo que nos deixa infelizes. Todos os dias procuramos fingir que ní£o percebemos este momento, que ele ní£o existe, que hoje é igual í ontem – e será igual í amanhí£.
Mas, quem presta atení§í£o ao seu dia, descobre o instante mágico.
Ele pode estar escondido na hora em que enfiamos a chave na porta pela manhí£, no instante de silíªncio logo após o jantar, nas mil e uma coisas que nos parecem iguais. Este momento existe – um momento em que toda a forí§a das estrelas passa por nós, e nos permite fazer milagres.
A felicidade í s vezes é uma bíªní§í£o – mas geralmente é uma conquista.
O instante mágico do dia nos ajuda a mudar, nos faz ir em busca de nossos sonhos.
Vamos sofrer, vamos ter momentos difíceis, vamos enfrentar muitas desilusíµes – mas tudo é passageiro, e ní£o deixa marcas. E, no futuro, podemos olhar para trás com orgulho e fé.
Pobre de quem teve medo de correr os riscos. Porque este talvez ní£o se decepcione nunca, nem tenha desilusíµes, nem sofra como aqueles que tíªm um sonho a seguir.
Mas quando olhar para trás – porque sempre olhamos para trás – vai escutar seu coraí§í£o dizendo: “o que fizeste com os milagres que Deus semeou por teus dias? O que fizeste com os talentos que teu Mestre te confiou? Enterraste fundo em uma cova, porque tinhas medo de perdíª-los. Entí£o, esta é a tua heraní§a: a certeza de que desperdií§aste tua vida”.
Pobre de quem escuta estas palavras. Porque entí£o acreditará em milagres, mas os instantes mágicos da vida já terí£o passado.
Pilar é a personagem principal de “Na margem do rio Piedra eu sentei e chorei”
La historia forma parte de un cuento de John O’Hara.
Un cierto mercader persa pide a su siervo que vaya hasta el mercado a comprar algunas piezas de tela.
Al llegar a el mercado, el siervo ve su propia Muerte haciendo algunas compras en una tienda cercana; aterrorizado, vuelve corriendo hasta la casa del mercader.
“Tengo que irme de aquí”, dice, casi llorando. “Vi mi muerte esta mañana en el mercado, y tengo que huir de ella. Partiré hoy a Bokara, mi ciudad”.
El mercader acepta el pedido del siervo, pero queda desconfiando. Va, entonces, hasta el mercado, encuentra la Muerte del siervo.
“Caramba, qué susto le dio a mi empleado”, dice él.
“Él también me dio un susto”, responde la Muerte. “Nunca esperé encontrarlo por aquí – tengo una cita con él en Bokara”.
Traduccion Karem Molina Escobar
A história faz parte de um conto de John O’Hara.
Um certo mercador persa pede ao seu servo que vá até o mercado comprar algumas peí§as de tecidos.
Ao chegar no mercado, o servo víª sua própria Morte fazendo algumas compras numa barraca próxima; apavorado, volta correndo até a casa do mercador.
“Tenho que ir embora daqui”, diz, quase chorando.”Vi minha Morte hoje de manhí£, no mercado, e preciso fugir dela. Vou partir ainda hoje para Bokara, minha cidade”.
O mercador aceita o pedido do servo, mas fica desconfiado. Vai, entí£o, até o mercado, encontra a Morte do servo.
“Puxa, que susto vocíª deu em meu empregado”, diz ele.
“Ele também me deu um susto”, responde a Morte. “Eu jamais esperava encontrá-lo por aqui – afinal de contas, tenho um encontro marcado com ele em Bokara”.